Eulogio
quiso levantarse al ver que cada vez había más sombras que se le
iban acercando.
De nuevo se escucha la voz del cura, la cual se vuelve más grave, vibrante e interminable.
De nuevo se escucha la voz del cura, la cual se vuelve más grave, vibrante e interminable.
.-¿Te acuerdas de Rufo? , el pastor del pueblo, el que se pasaba la mayor parte del tiempo en el monte. Daba igual que fuera invierno o verano; y siempre día y noche. Nadie se dignó a visitarlo o preguntarle cómo estaba. ¡Sabes!, él siempre tuvo ganas de ser propietario de un cachito de tierra y un pequeño rebaño de ovejas.
Pero
él sabía que era soñar con lo imposible. ¡Pues mira por donde, su
sueño se hizo realidad!. Seguramente quiera enseñártelo.
.-Y
Jenaro ¿Te acuerdas de él?. Sirvió mucho tiempo en vuestra casa.
Bien que le hacíais trabajar.
Tu
padre le vendió una casa toda caída junto con un trozo de tierra, a
cuenta del trabajo que os hacía.
Bien
que explotasteis al pobre Jenaro hasta que no pudo más. El único
entretenimiento que tenia, era hacer cazuelas de barro que luego
vosotros a base de patadas se las rompíais, mientras le decíais:
¡Tonto no pierdas el tiempo!, excusando el hecho con la frase ¡no
me he dado cuenta! ¿No es así?
Ahora hace todas las
vasijas; y el mismo las pisotea, porque le da la gana; sin que nadie
le diga nada.
Eulogio
se da cuenta de que la música seguía sonando; y las sombras que
bailaban frenéticamente, estaban más cerca de él.
Éstas
vestían con ropas de colores brillantes y su mirada era inerte.
Se volvió a
sorprender al ver la contrariedad de los cambios que en esta
ocasión generó la muerte: al ver a Carmencita : ( Niña de
pelo corto que hacía dos años se ahogó en la acequia ) con un
hermoso físico y pelo largo brillante que las luciérnagas
aprovechaban para hacer sus nidos.
De pronto el ritmo
de la música cambio por una “salsa“; y los muertos vivientes
empezaron a bailar aún más deprisa y con mucha gracia.
Eulogio quiere
levantarse, pero no puede. Es como si algo nacido de la tierra le
retuviese.
Sus
ojos se abrieron más; y es cuando por fin pudo mediar palabra.
Si
no es por el peinado y la flor que tenia sobre el moño, Eulogio no
hubiese podido reconocer a Clara.
.-¡Anda,
pero si es la gorda de la señora Clara! .Siempre se la pillaba
comiendo y por eso los chicos la llamaban la globo. Si te vieran
ahora los del pueblo lo delgada que estás.
¡Ay la Clara la Clara la Clara ..! que antes era gorda y ahora esta delgada... solo como raíces en su covacha ….!
.-Son guasones estos habitantes del pueblo; y por lo que veo se montan buenas movidas.
Se
decía con voz en alto.
.-¡Anda,
pero si es Pepón ...el herrero!. Le gustaba el vino más que comer.
Aguantaba cualquier broma que le hacíamos, con tal de que se le
invitase a un chato de vino. Bueno, menos el día que Andrés le
mezcló el vino con agua de caraña. Qué cara puso y como se enfadó
el jodío. Eso sí, nos reímos hasta partirnos.
La
música es cada vez más estrepitosamente estresante. Entre el ritmo
salsa resuena el chocar de los huesos. Sin querer o queriendo, los
esqueletos de los muertes se iban enredando, haciéndose un lio.
Eulogio, al ver tal
albedrio, la valentía empezaba a desvanecerse y los nervios
comenzaron a surgir.
En un momento se
hizo un montón de preguntas: ¿Cómo era posible ver a los muertos?.
¿Cómo hacían para mantenerse en tan buen estado?.
¿Después de la muerte, existe otra vida?. Preguntas que a causa del miedo no pudo esbozar.
¿Después de la muerte, existe otra vida?. Preguntas que a causa del miedo no pudo esbozar.
.-Deja
de cavilar, no sacarás nada en claro ¿No eres tan valiente como te
piensas? Ahora será cuando demuestres tu valentía; y no más
tarde. ¡Qué comience la fiesta!.
Cuando
vuelvas al pueblo, te darás cuenta de muchas cosas y tus preguntas
serán contestadas.
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